domingo, 22 de septiembre de 2013

Ábreme, estoy en tu puerta

Vista nocturna de la calle La Platería (Murcia)
Por fin, ya de vuelta en la ciudad, he inagurado la temporada de noches indies. Como no podía ser de otra manera, organicé todos los planes para el reencuentro con los míos. Siendo habitual en estos casos y con las ganas que tenía de murcianear, reservé mesa en una de las mejores taperías de Murcia. El cuerpo me pedía levantar el ánimo pues, llevaba dos semanas emocionalmente vacía y, tras un pequeño luto me dije: “que se muera el que no me quiera”. No tengo yo muy claro eso de que no me quiera pues, en esta dos semanas no hemos dejado de escribir y de predicarnos cuánto nos echamos de menos. Si me echas de menos, ven a verme, gilipollas; le dije esta misma semana.

Es que joder, ahora sí, ahora no, pues ahora nene, que te vayan dando. 
Cuando salimos de mi tapería favorita, impuse un poco mi ganas de ir al Bar Ocio, uno de mis locales favoritos del centro de Murcia. Maravilloso lugar para escuchar buena mísica, risas y vicio por doquier entre los sexos. 4 tercios de cerveza creo que bebí, o eso me iba diciendo uno de mis amigos, cada vez que yo llamaba al guapo del camarero y le decía “ponme otro, socio”. Mientras tanto, no dejaba de mover mi cabeza cual cobra, para ver si allí te encontraba. Miré y remiré, y eso que hasta me pareció ver a uno de tus colegas, pero ni rastro de ti. Se me hacía raruno estar en nuestro bar sin ti. Mi mente perversa comenzó a girar y a malpensar, hasta un amigo mío me preguntó;  -“acha, a quién buscas?” –“Yo????? A nadieee!!”. Me dio tal bajón que eché una bomba de humo. Ea, cogí mi bolso con mucha dignidad y en menos de 3 minutos me planté en mi casa.
Que si, que ya lo sé, que no merece la pena amargarse por un tío y, mucho menos por uno que no parece tener las cosas claras. Pero yo no voy a ser de esas que van de liberadas por la vida, que matan el luto quemando tacón y pintalabios. Yo prefiero vivir mi luto, mi pena y mis recuerdos. Yo sola, en mi casa, con mi móvil y si es con un Kinder Bueno, mucho mejor.
Así, llegué a casa, me dí una ducha, pijamica y un poco de cotilleo que había en la TV… confieso que antes de llegar a mi hogar pasé por el chino a por mi Kinder. Mientras España estaba en vilo por el polígrafo de la madre de la Campanario, yo visualiza a la señora y, mientras tanto la mente me llevaba  a situaciones pasadas súper bonicas: nuestro primer viaje juntos...

Acurrucada en el sofá y con los ojos cerrados suena el móvil. Un maldito whatshapp tuyo… “ábreme, estoy en tu puerta”