Fue
el pasado miércoles al salir de trabajar, mientras caminaba rumbo a mi coche,
hacia repaso de los cuarenta y pico Whatshapps que tenía. Centré mi atención en
la conversación con mi amiga Inma y, no puede contenerme, le conté que había quedado
contigo. Lo cierto es que llevábamos casi tres semanas sin vernos y confieso
que tenía muchas ganas… al mismo tiempo que le contaba a Inma nuestros planes
para el jueves, me cortó rápidamente y me dijo algo que tardé en digerir, tanto
que dejé escribir. Me subí en el coche y puse rumbo a Murcia centro. “Cuidado
con el escalón amor, es invisible”, me escribió.
Seguramente
no te habrás parado a pensarlo pero, es ahora, en el mes de junio cuando hace
un año que empezó nuestra locura.
Jamás
olvidaré nuestra primera cerveza y cómo me la propusiste, “¿Tienes algo que
hacer ahora? ¿Me dejas que te invite a una cerveza?”, ¡MADRE MÍA! ¡¡QUÉ HACE
ESTE SÚPER HOMBRE FIJÁNDOSE EN MÍ!!, pensé y, mi cabeza me decía: Elena, dile
que no! Sabes que no!. Y fue ahí, en ese bar al que volvimos hace poco, donde
empezó el año Indie.
No
te voy a negar que nunca puse muchas esperanzas en esto, mi plan era pasar un
verano guay, que lo fue y, además, inolvidable. Lo que nunca imaginé es que la vida me iba a
sorprender con un nuevo capítulo contigo, en otoño y en mi querida Murcia.
Los
bares murcianos fueron testigos de nuestro buen rollo, de las cervezas
apalancados en una cutre barra o aquel día que apareciste por sorpresa en el
bar donde sabes que siempre estoy, me encontraste entre mucha gente y tu cara
decía tantas cosas… o también la de veces que hemos bailado esa canción de
Supersubmarina que tu odias y yo adoro. Las tardes de frío bebiendo quintos en
un sofá y si el frío era extremo “Elenita, ¿tomamos un té?”. Inolvidable
también aquella tarde en tu casa y ese café soluble espantoso que me preparaste
pero, a tu lado sabía súper rico.
O
ese día que te dije que quería dejarlo, que ya no más pero, volvimos a
buscarnos sin permiso, porque en palabras tuyas: “Necesito en mi vida ese aire
fresco que me das, esa sonrisa que no la apartas nunca de tu cara, esa
carcajada, esa locura que llevas dentro, Elenita”
¿Hemos
subido “el escalón amor”? Yo, no ¿y tú?
Un
besico