Llevo un mes hormonalmente
más tranquila. Será que se me ha pasado la efusividad del enamoramiento precoz
o que simplemente me he cansado de esperar que me mandes un mensajico. Lo cierto
es que estoy más serena y me lo noto. Aunque se me sigue acelerando la máquina
esta que tenemos por corazón cuando te acercas, me hablas o simplemente me
miras; mátame camión, es que tienes unos ojos que ya los querría yo para mí!
Menos mal que el ataque de
amor de Semana Santa pasó a mejor vida. Borré tu número, algo que por cierto
hago muy a menudo ahora. Hasta mi amiga del alma me decía hace poco “estás en
un plan… que no te cuadra alguien y borras el número”. Pues sí, ¿de qué sirve
tener un contacto en Whatshapp que nunca te va a escribir? Cosas innecesarias y
que sólo sirven para atormentarte cuando revisas tu lista de contactos y, miras
su foto de perfil y babeas cual quinceañera. Pues no, yo me niego. Y no quiero
ni pensar para qué leche te apuntaste mi número, si ni siquiera me has mandado
un maldito icono o un “¿qué tal el domingo? Si te aburres mucho podemos
vernos”. Elena, baja, que eso no lo va a hacer.
Confieso que lo que más rabia
me da es cuando imagino lo guay que podía haber sido nuestra mini historia, y
digo mini historia o historia pequeña porque no esperaba estar mucho tiempo
contigo. No por ti, sino por mí; me figuro que un tipo serio como tú habría
aguantado muy poco a esta callejera que llevo dentro. Pero ese tiempo hubiera
sido súper guay, me habrías alegrado un montón y sacado de esta rutina en la
que estoy inmersa, en la que los días pasan y pasan y no hay nada que me sacuda
el corazón. Que triste, joder! Y no quiero parecer egoísta pensando sólo en mí, yo
también te habría dado vida, distracción, buenos momentos y alguna que otra
locura…
No fue, pero quién sabe si
será. Borré tu número pero tú el mío no…
(Escrito allá por el mes de abril. ¿Por qué lo publico ahora? No lo sé...)
él se lo pierde
ResponderEliminarDesde luego, no quiero ir de sobrada pero, le ya tu sabeh! ;-)
ResponderEliminar